miércoles, 29 de octubre de 2008

Definición de liderazgo

Según el Diccionario de la Lengua Española, liderazgo se define como la dirección, jefatura o conducción de un partido político, de un grupo social o de otra colectividad.
El Diccionario de Ciencias de la Conducta , lo define como las “cualidades de personalidad y capacidad que favorecen la guía y el control de otros individuos”.
Otras definiciones son: -”El
liderazgo es un intento de influencia interpersonal, dirigido a través del proceso de comunicación, al logro de una o varias metas”
Rallph M. Stogdill, en su resumen de teorías e investigación del liderazgo, señala que “existen casi tantas definiciones del liderazgo como personas que han tratado de definir el concepto. Aquí, se entenderá el liderazgo gerencial como el proceso de dirigir las actividades laborales de los miembros de un grupo y de influir en ellas. Esta definición tiene cuatro implicaciones importantes.
- En primer término,
el liderazgo involucra a otras personas; a los empleados o seguidores. Los miembros del grupo; dada su voluntad para aceptar las órdenes del líder, ayudan a definir la posición del líder y permiten que transcurra el proceso del liderazgo; sino hubiera a quien mandar, las cualidades del liderazgo serían irrelevante.
- En segundo el liderazgo entraña una distribución desigual del poder entre los líderes y los miembros del grupo. Los miembros del grupo no carecen de poder; pueden dar forma, y de hecho lo hacen, a las actividades del grupo de distintas maneras. Sin embargo, por regla general, el líder tendrá más poder.
- El tercer aspecto del liderazgo es la capacidad para usar las diferentes formas del poder para influir en la conducta de los seguidores, de diferentes maneras. De hecho algunos líderes han influido en los soldados para que mataran y algunos líderes han influido en los empleados para que hicieran sacrificios personales para provecho de la compañía. El poder para influir nos lleva al cuarto aspecto del liderazgo.
- El cuarto aspecto es una combinación de los tres primeros, pero reconoce que el
liderazgo es cuestión de valores. James MC Gregor Burns argumenta que el líder que para por alto los componentes morales del liderazgo pasará a la historia como un malandrín o algo peor. El liderazgo moral se refiere a los valores y requiere que se ofrezca a los seguidores suficiente información sobre las alternativas para que, cuando llegue el momento de responder a la propuesta del liderazgo de un líder, puedan elegir con inteligencia.
Articulo de fquijano

Grandes expectativas: Los padres y el estrés

La crianza de los hijos puede ser difícil en el acelerado y exigente mundo en el que vivimos, y puede acarrear un alto costo para nuestro bienestar físico y emocional. Ahora que se está convirtiendo en norma el compartir, por igual, las responsabilidades y funciones de la paternidad, muchos hombres (tanto como la mujeres) están experimentando la presión de ser, al mismo tiempo, el sustentador de la familia y estar a cargo del cuidado de los niños. El día del padre está a la vuelta de la esquina, por eso es importante reconocer los desafíos que los padres están afrontando, y entender cómo ellos pueden manejar el estrés producto de su rol como padres.
De acuerdo con una encuesta del 2006 sobre el estrés, de la Asociación Americana de Psicología (APA, por sus siglas en inglés), el cuarenta y siete por ciento de los hombres están preocupados por el estrés. Equilibrar la vida del trabajo y la familia puede dejar a muchos hombres sintiéndose como si se estuvieran ahogando en un mar de trabajo, cuentas y responsabilidades de ser padres. "Los hombres en particular, responden al estrés con irritabilidad, enojo y problemas para dormir", dice el psicólogo Ron Palmores, Ph.D. "Este estrés es desafortunadamente, enfrentado con hábitos poco saludables como lo son fumar, beber alcohol y comer en exceso".
Además, teniendo en cuenta que padres y madres actúan como modelos para sus hijos, es importante dar un buen ejemplo. "Los hijos moldean su comportamiento de acuerdo al de sus padres", dice Palmores. "Por eso, desarrollar respuestas saludables frente al estrés es bueno para usted y eventualmente para sus hijos".
APA ofrece las siguientes estrategias para ayudar a los padres a manejar el estrés:
• Identifique — ¿Cómo sabe cuándo está estresado? ¿Qué eventos o situaciones le provocan sentimientos de estrés? ¿Están relacionados con sus hijos, salud familiar, decisiones financieras, trabajo, relaciones personales, u otras cosas?
• Reconozca — Determine si usted está teniendo un comportamiento poco saludable para sobrellevar el estrés del trabajo o de la vida. ¿Es usted una persona relajada o se impacienta y molesta rápidamente por cosas triviales? ¿Es esto un comportamiento rutinario, o está relacionado con eventos o situaciones particulares?
• Maneje — Las reacciones negativas frente al estrés son una salida fácil. Considere actividades saludables que reduzcan el estrés, tales como hacer ejercicio y practicar deportes. Concéntrese en la calidad de tiempo que gasta, no en la cantidad. Tenga en cuenta que comportamientos no saludables se desarrollan con el tiempo y pueden ser difíciles de cambiar. Ponga todo en perspectiva, piense antes de actuar o hablar, y deje tiempo disponible para lo que es realmente importante.
• Apoyo — Aceptar ayuda de amigos y familiares comprensivos puede mejorar su habilidad para perseverar durante los momentos de estrés. Si continua sintiéndose abatido por el estrés, debería considerar hablar con un psicólogo que le puede ayudar a manejar el estrés y a cambiar comportamientos improductivos.
“Nadie espera que usted sea un padre perfecto. Es esencial mantener un balance entre la fantasía de ser un "súper padre" y los aspectos que son alcanzables y reales de la paternidad", Palmores afirma. "Manejar el estrés no es una carrera para llegar a la línea de meta. No tome más cosas de las que puede manejar. Mejor, establezca una meta y concéntrese en cambiar un solo comportamiento a la vez".

Asociación Americana de Psicología

Cuando la gente se casa...

Necesita independizarse emocional- económica -social -cotidiana-intelectual - mente de su familia de origen. Necesita construir ese famoso cerco invisible a su alrededor para lograr una nueva intimidad. Un cerco invisible que sea flexible para no quedar demasiado solos ni demasiado invadidos por los demas. Intimidad quiere decir estar cerca en la comunicación, la ternura y la sexualidad, con la pareja.La pareja recién constituida necesita llegar a acuerdos acerca de que van a hacer con su tiempo libre (sábados, domingos y feriados), como van a administrar la economía, el presupuesto y los gastos del hogar ,si trabajaran uno o ambos, que día visitarán a los respectivos suegros ,cuanto esperaran para tener hijos, si tendrán hijos.Las parejas discuten por estas cosas y luego se reconcilian y hasta se ríen al recordar que el motivo de la pelea fue por ejemplo, cual de las dos madres cocina mejor los ravioles.Cuando en una pareja , aparece maltrato en la relación, estados graves de angustia o de tristeza, dificultades sexuales, y cuando estos u otros problemas no pueden ser superados , conviene consultar con un profesional. Los puede ayudar.
Lic. Mónica Burstein, psicóloga

sábado, 11 de octubre de 2008

La Dimensión Espiritual

La renovación de la dimensión espiritual proporciona liderazgo a nuestra propia vida. Está altamente relacionada con el segundo hábito.
La dimensión espiritual es nuestro núcleo, nuestro centro, el compromiso con nuestro sistema de valores, un área muy privada de la vida, de importancia suprema. Bebe en las fuentes que nos inspiran y elevan, y que nos ligan a las verdades intemporales de la humanidad. Y tiene en cada persona un carácter muy distinto y diferente.
Yo encuentro renovación en la meditación piadosa cotidiana sobre las Escrituras, porque ellas representan mi sistema de valores. Cuando leo y medito me siento renovado, fortalecido, centrado; vuelvo a comprometerme con el servicio.
Algunos obtienen una renovación similar sumergiéndose en la gran literatura o la gran música. Otros la encuentran en el modo en que se comunican con la naturaleza. La naturaleza otorga su bendición a quienes se entregan a ella. Cuando uno puede abandonar el ruido y el caos de la ciudad, y compartir las armonías y el ritmo de la naturaleza, se siente renovado. Durante cierto tiempo, nada puede perturbarlo; es casi inconmovible, hasta que gradualmente el ruido y el caos externos empiezan a invadir esa sensación de paz interior.
Arthur Gordon relata una historia maravillosa e íntima relacionada con su propia renovación espiritual, en un breve texto titulado The turn ofthe tide. Habla de una época de su vida en la que empezó a sentir que nada tenía sentido. Su entusiasmo se había desvanecido; sus esfuerzos por escribir resultaban estériles. Y la situación empeoraba día tras día.
Finalmente decidió pedir ayuda a un médico. Éste no encontró ningún problema físico y le preguntó si estaba dispuesto a seguir sus instrucciones durante un día.
Gordon contestó que sí; el médico le dijo que pasara el día siguiente en el lugar donde más feliz había sido cuando niño. Podía comer, pero no debía hablar con nadie, ni leer, ni escribir, ni escuchar la radio. Después le escribió cuatro prescripciones en sendas recetas, y le dijo que las fuera leyendo una por una, a las nueve, las doce, las tres de la tarde y a las seis.
«¿Habla usted en serio?», le preguntó Gordon.
«¡No pensará que bromeo cuando reciba mi factura!», fue la respuesta.
De modo que a la mañana siguiente Gordon se dirigió a la playa. En la primera receta, leyó «Escuche cuidadosamente». Pensó que el médico estaba loco. ¿Cómo podría pasarse tres horas escuchando? Pero había acordado seguir esas instrucciones, de modo que escuchó. Oyó los sonidos habituales del mar y las aves. Al cabo de cierto tiempo, pudo oír otros sonidos no tan aparentes al principio. Mientras escuchaba, empezó a pensar en las lecciones que el mar le había impartido de niño: paciencia, respeto y conciencia de la interdependencia de todas las cosas. Al escuchar los sonidos —y el silencio— sintió dentro de él una paz creciente.

Al mediodía, tomó la segunda receta y leyó: «Trate de volver atrás». «Volver atrás, ¿adonde?», se preguntó. Tal vez a la infancia, a los recuerdos de tiempos felices. Pensó en su pasado, en los muchos pequeños momentos de alegría. Trató de recordarlos con exactitud. Y al hacerlo descubrió dentro de sí una calidez creciente.
A las tres de la tarde, leyó la tercera receta. Hasta ese momento, las prescripciones habían sido fáciles de cumplir. Pero ésa era diferente; decía: «Examine sus motivos». Al principio adoptó una actitud defensiva. Pensó en lo que deseaba (el éxito, reconocimiento, seguridad) y lo justificó por completo. Pero entonces se le ocurrió que esos motivos no eran lo suficientemente buenos y que tal vez allí estaba la respuesta a su situación de parálisis.
Consideró sus motivos en profundidad. Pensó en su felicidad pasada. Y por fin encontró la respuesta.
«En un relámpago de certidumbre», escribió, «vi que si los motivos que uno tiene son erróneos, nada puede ser correcto. No importa que uno sea cartero, peluquero, agente de seguros, ama de casa o cualquiera otra cosa. Mientras uno siente que está sirviendo a los otros, es que la tarea está bien hecha. Cuando a uno sólo le preocupa ayudarse a sí mismo, el trabajo es menos bueno: una ley tan inexorable como la gravedad.»
A las seis, rápidamente pudo cumplir con la prescripción final. «Escriba lo que le preocupa en la arena», decía. Se arrodilló y escribió varias palabras con un trozo de concha roto. Después se puso de pie, dio la espalda a lo que había escrito y echó a andar, sin mirar atrás; sabía que iba a subir la marea.
La renovación espiritual exige que se le dedique tiempo. Pero se trata de una actividad del cuadrante II que realmente no tenemos tiempo como para descuidarla.
Se dice que el gran reformador Martin Luther King comentó en una oportunidad: «Tengo mucho que hacer hoy, de modo que necesito pasar otra hora de rodillas». Para él, la oración no era una obligación mecánica, sino una fuente de poder que le permitía liberar y multiplicar su energía.
Una vez le preguntaron a un maestro Zen del lejano Oriente, que conservaba la paz y la serenidad fueran cuales fueren las presiones que afrontara: «¿Cómo conserva usted esa serenidad y esa paz?». Él respondió: «Nunca abandono mi lugar de meditación». Meditaba por la mañana temprano, y durante el resto del día llevaba consigo la paz de esos momentos, en la mente y el corazón.
La idea es que cuando dedicamos tiempo a sumergirnos en el centro del liderazgo de nuestras vidas, en lo que la vida es en última instancia, ese centro se despliega como un paraguas y cubre todo lo demás. Nos renueva, nos refresca, sobre todo si volvemos a comprometernos con él.
Por ello creo que es tan importante un enunciado de la misión personal. Si tengo una comprensión profunda de mi centro y mi propósito, puedo repasarlo y volver a comprometerme con él frecuentemente. En nuestra renovación espiritual cotidiana, podemos visualizar y vivir los acontecimientos del día en armonía con esos valores.
El líder religioso David O. McKay enseñó que «Las más grandes batallas de la vida se libran
cotidianamente en los aposentos silenciosos del alma». Si uno gana las batallas en ese lugar, si resuelve los conflictos interiores, experimentará una sensación de paz, de saber lo que busca. Y se descubrirá que las victorias públicas (en las que se tiende a pensar cooperativamente, a promover el bienestar y el bien de otras personas, y a sentir una felicidad auténtica por los éxitos de los otros) se logran a continuación, de una manera natural.
Stephen R. Covey, Los 7 Hábitos de la Gente Altamente Efectiva. Pag. 181-182